de E.L. James
Cincuenta Sombras de Grey nace a partir del romance entre Bella Swan y Edward Cullen, protagonistas de la serie Twilight (escrito por Stephenie Meyer). El romance del libro “Crepúsculo” fue motivo de fascinación para la autora Erika Leonard pero no quedó allí, ya que se quedó con las ganas de saber que sucedía tras las puertas del dormitorio de Bella y Edward, por lo que decidió modificar la historia, eliminando el mundo paranormal y dirigiendo sus párrafos a un público mayor... mucho mayor.
Cincuenta Sombras de Grey narra el inicio del romance entre Ana y Christian. Él: guapo, enigmático y misterioso; ella: inocente, torpe e ingenua. Sin duda, una historia como esta debería ser interesante, debería ser compleja, debería cautivar, pero todo lo que hace es aburrir, ¿por qué?, veamos: Casi todas las páginas abarcan la relación (o mejor dicho las relaciones sexuales) entre Ana y Christian, el debate interno que ella tiene en su mente entre su subconsciente y su diosa interior, y la bipolaridad y personalidad rarísima del protagonista.